sale el Sol todos los días
justo a la hora correspondida.
No se atrasa ni adelanta,
siempre puntual a su tiempo
que solamente él lo marca
dependiendo de las distancias,
esquivando las montañas
y de algún que otro cerro.
A veces las nubes lo esconden,
vaya a saberse sus celos
pero él hace que se vean más blancas
navegando en el azul del cielo.
Y cuando las tormentas atacan
desafiando las maravillas celestes,
hace saber que sobre ellas,
más brillante y más fuerte
aparecerá sobre sus espaldas
por más rayos y truenos que atormenten.
Y así es nuestra vida.
A veces con lágrimas,
otras con sonrisas
pero sabiendo que en la esperanza
siempre habrá un Sol que nos aguarda
iluminando los caminos
sin importar cuantas nubes
quieran ocultarlo.
Daniel Valdman.
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