repitiendo en sus truenos
los estruendos de la tierra.
No alcanzan los bramidos del viento
ni las súplicas ni los rezos
ni las lágrimas vertidas
por los perdidos cuerpos.
Cuanto dolor hay en los campos
que las nubes se vistieron de negro.
Las aves desaparecieron
dejándonos huérfanos de sus trinos
buscando un mejor refugio
en donde construir sus nidos
llevándose la alegría
de creer en la esperanza.
Y te extraño mucho mi amada
porque en tardes como esta
creábamos primaveras
haciendo que el amor florezca
enredándonos entre las sábanas.
Susurrándonos secretos
que nos causaban gracia
y riéndonos a carcajadas
mucho más nos amábamos.
Tristes están los cielos
porque los hombres
han perdido sus almas.
Daniel Valdman.
