Reventó en una edificación
que casi se nos cae encima.
Escuchamos su zumbido
y luego la explosión.
Ya estaba vacío,
solo habitaban los fantasmas
de las familias que se han ido
dejando en las paredes
cada una de sus historias.
Las alegrías, las tristezas.
Un pedazo de torta
quizás de algún cumpleaños
y los dibujos de un reciente artista
que descubrió los crayones.
Toda la ciudad está destruida
y no se si se volverá a reconstruirla.
Los males de la guerra
van mucho más allá que la vida
porque destroza sueños, fantasías
y el motivo esencial del sentimiento.
Cómo estas balas nos cambian
transformando nuestra paz en odio
y tengo miedo de mi mismo
de que al volver a tus brazos
ya no sea a quien amaste
sino un monstruo transformado
en un diablo de combate
sin contarte las penas que he sufrido
ni las miserias de las que fui testigo
en lo más bajo que cae el ser humano.
Y todo quedará en mi memoria
que cerrarán las cicatrices del alma
tratando de volver a quien he sido.
Ay amor mío
cuántos es lo que me haces falta
que en medio de la batalla
busco la paz de tu cariño
como si fuera un sueño, un anhelo
que hasta ahora no se
si podrá realizarse.
Daniel Valdman.
