y me quedé asombrado
porque me costaba creerlo.
Las flores iba buscando,
las que por la guerra
ya desaparecieron.
Los surcos de los tanques
todo fueron acabando
y no existe en el campo
ni un ramito de algo
donde la mariposa pueda saciarse.
Me llevó a fantasías
al ver sus alas aletearse
mostrándome que la vida
es mucho más que esos tanques
y que el terreno que aramos
con la maldad de cada combate.
De que todavía hay esperanza
en que todo esto acabe
y que pueda volver a sembrarse
para que regresen las aves,
las abejas, las mariposas
y llenar la pradera de rosas
de rojo púrpura como la sangre
conque ahora la regamos.
Daniel Valdman.
