domingo, 18 de septiembre de 2016

Viaje

Me quedé quieto escuchando
la música de la vida.
Al alba el canto de los pájaros,
después el sonido de las máquinas.
Entonces me fui al campo
a sentir el silencio del labrador
con los sentimientos metidos en la tierra
y sus esperanzas en la próxima cosecha.
Me quedé allí, metido en la naturaleza
porque no se está mas cerca del infinito
que cuando se vuelve a la propia esencia.
Estuve en el mar con las gaviotas
navegando por incontables puertos,
sintiendo sus graznidos y aleteo.
Me acompañaron las olas
con su compás prodigioso
y me llevaron en la fantasía
a mundos que aún no conozco.
Y volví a a tus brazos
en la realidad palpitante,
porque no hay mejor mundo,
ni puerto, ni selva, ni prado
que estar entre las caricias
de la mujer que amo.
Daniel Valdman