La huerta parece una alhaja
moteada por diamantes y esmeraldas
según el color de las hojas.
Devuelve con su belleza
el cariño que se le ha dado
igual que tus ojos claros
tras cada una de mis caricias.
Los frutos están madurando.
Ya llega el tiempo de cosecha
y recibiremos el regalo
de lo que con tus manos has sembrado
poniéndole tanto amor
como a nuestro idilio.
Porque de eso nos alimentamos,
de lo que en la tierra plantamos
y de la ansiedad de nuestro cariño.
Madura está la fruta
como el tiempo que nos ha pasado
y seguimos sembrando
en la huerta como en el nido
manojos de besos y caricias,
de almohadas compartidas
y de miradas con sentimiento
porque no hay mejor cosecha
que el amor que nos tenemos.
Daniel Valdman
