pasa el tiempo desapercibido
sin hacer mucho ruido
y hasta parece insignificante
porque siempre habrá un mañana
aunque las hojas del calendario caigan
y las agujas del reloj no descancen.
Y vienen los recuerdos
de momentos inolvidables
que sin saber de hace cuanto
porque ha pasado ya tanto
que cuesta mucho ponerles fecha.
Una conversación, un gesto amable,
quizás una caricia suave
o un beso apasionado
que hayan dejado grabado
ese instante en la conciencia.
La alegría de un perro
al encontrarse con su amo
o el volar del ave
que manteniéndose en el aire
enseña la libertad del espacio.
Se dejan borrar los días
en la lista del almanaque
y el pensamiento no alcanza
a colocarle las fechas,
solo queda el sentimiento
que ese día nos deja
para seguir en la aventura
de volver a descubrir
lo que nos fue importante.
Y así es la vida,
día tras día,
mientras sigan cayendo
las hojas del calendario
en nuestra historia
seguiremos acumulando
lo que hoy son recuerdos
de vaya a saberse
desde hace cuando.
Daniel Valdman.
