que compartiendo la almohada
nos mirábamos a la cara
y sin decirnos nada
disfrutábamos mil caricias.
Los ojos eran las luces
que nuestras almas iluminaban
y el calor del cariño
era quien nos abrigaba.
Momento tierno lleno de maravillas
abriendo los sentimientos
al silencio que nos escuchaba
mientras la misma almohada
era cómplice de nuestros secretos.
Y al despertar en la madrugada
me di cuenta que me mirabas
como espiándome en la cama
diciéndome que no fue un sueño.
Daniel Valdman.