El fragor de la batalla
y las miserias compartidas
no solo los rostros han cambiado.
Las miradas son distintas,
más agudas, más desconfiadas
prevenidas antes alguna bala
que pueda tener nuestro nombre.
No me he quedado al margen,
supongo que también he cambiado
como veo a mis compañeros
y ellos me ven a su lado.
El ritmo de la lucha
nos va embruteciendo
y vamos dejando modales
para seguir sobreviviendo
en el poco tiempo que tenemos
porque debemos seguir luchando.
Se van perdiendo los sueños,
ya no se asoman como antes
y con ellos los sentimientos
porque nuestra mente
se encuentra en otro lado.
No se razona, todo es mecánico.
Hay quien piensa por nosotros
que nos da la orden y el momento.
Pero con todo esto
que se me viene encima,
yo se que te quiero,
que eres el amor de mi vida
pero te tengo muy lejos
y solo te encuentro
cuando se aparecen los recuerdos.
Daniel Valdman.
