Día II
se pide clemencia
y se ruega perdon
sin saber por cual pecado.
Son tan pocos
o son tantos
que solo la vara del más fuerte
es quien mide y castiga.
No hay razón que justifica
más que el poder y la avaricia
la destrucción de los sueños,
de los anhelos
y sobre todo, de la vida.
Robarle a la gente su techo,
quemarle su cobija,
crear el desespero
por un plato de comida
mientras caen las bombas destruyendo
matando la ilusión de cada día.
Y ya que la razón no alcanza
y deciden entregarse al combate,
que se enfrenten entre si
los que mandan
en vez de arriesgar
a tantos inocentes.
Cruel invento el de las armas
que la tierra no aran
ni curan ni enseñan
y solo buscan una guerra
para estar justificadas.
Me duele en el alma
que el ser humano insista
en ser tan ignorante.
Daniel Valdman