cargadas con esperanzas
de encontrar alegrías,
de esas que contagian
tan solo con una sonrisa
dejando que en los rostros
brille todo el día.
De negro, morado y azules
se va vistiendo el cielo
ocultando así con su vestuario
a la reina que gobernó por la noche.
Y mientras se llena de luz el día
se ocultan los besos y caricias
que la oscuridad contemplaba
y absorbidos los cuerpos por la rutina,
el amor va quedando a un lado
manteniendo en expectativas
que la faena pronto acabe
para volver a los secretos
que durante el día no se abren
pero se mantienen latentes
entre la piel y el alma.
Daniel Valdman.