a mi lado pendiente
de una orden o una caricia
sin que te falte la alegría,
el más comprensivo
y el más valiente
que me defendió de extraños
y muchas veces, de mi mismo.
y el más valiente
que me defendió de extraños
y muchas veces, de mi mismo.
Conocedor de mis angustias
y respetuoso de mi silencio
poniendo tu cabeza en mis piernas
cuando me atacaba la locura
compartiendo soles y lunas
o invitándome a travesuras
que con mucho gusto me unía.
Siempre detrás de la pelota
como diciendo que nadie la toca
porque solo a ti pertenecía
o a la mano que la lanzaba
para verte correr con energía
y volver despacio
con la cola en abanico
repartiendo la alegría
que te producía el juego.
Cómo te extraño gran amigo
que aunque teniendo cuatro patas
y siempre húmedo el hocico
me llenabas el alma
con tus saltos y tus brincos
o pidiéndome la correa
para salir a dar una vuelta
y que yo al cogerla,
me sintiese más seguro.
Quizás donde estés ahora
también te lancen la pelota
o estés esperando la hora
para que yo vaya a tu encuentro
y seguir siendo amigos
desde lo más alto de los cielos.
Daniel Valdman
