me dejaba jugar en su suelo
y un terremoto de recuerdos
me inundó de emoción y lágrimas.
Los vecinos han desaparecido,
algunos se han mudado
otros sin retorno se han ido.
La noviecita secreta
que jamás he nombrado
por temor al escándalo
que podría generarse
y no se si alguna vez supo
todo lo que mi amor infantil sentía.
Todo ha cambiado,
ya no existen las casas
ni sus jardines a la entrada,
todos edificios y avenidas anchas
y el pregonero del diario
también se perdió en esa avalancha
de futuro y de sombras
para las almas.
Daniel Valdman.
