frescos y brillantes
como fruta madura
lista para probarse
y la ansiedad rebasa
mi límite de controlarse
y el desespero me invade
empujándome a besarte.
Se escapan las manos
de mi cuerpo
apretando el tuyo
a mi pecho
para compartir
esta ansiedad
desesperada
y zambullirnos en la locura
de amarnos.
Irnos del mundo,
navegar en nuestros sueños
mientras las caricias reman
en el mar del sentimiento
y la mente se aparta
dejando el espacio abierto
para sentir las sensaciones
que ni siquiera fueron imaginadas.
Y al mirarte, no pienso.
Solo veo tus labios
que me incitan al beso.
Daniel Valdman.