El tren partió
y no pude detenerlo.
En el retrovisor del maquinista
pasé a ser historia
y entre los chasquidos de los rieles
y el vapor de la locomotora
perdí la energía corriendo
tras un inalcanzable sueño
sin lágrimas ni despedida.
Ni una sonrisa, ni un beso.
Solamente el silencio
de tantas cosas que no se dijeron
que terminó en un vagón
sin destino ni tiempo.
Y ahora triste y desorientado
regreso paso tras paso
sabiendo que debo
comenzar de nuevo,
porque la vida continúa
y el amor, se quedó en mi pecho.
Daniel Valdman.