al llegar la primavera.
Las aves se desesperan
tratando de hallar
dónde hacer su nido
pues los árboles se han caído
a medida que avanza la guerra.
Extraño oír sus trinos,
un poco de amor a los oídos
en medio del rugir de los cañones.
Quisiera escucharlos contigo
como cuando andábamos por los campos
y extendíamos nuestra cabaña
hasta el final de la pradera
usando la ropa como manto
poniéndola sobre el pasto
para entregarnos al amor
tan puro como la naturaleza.
Hoy el barro está pesado
y el cielo oscurecido
por el azufre de los disparos.
No hay quietud ni trinos
mientras las aves siguen volando
y yo aquí embrarrado
sin dejar de soñar contigo.
Daniel Valdman.
