mientras que las almas resisten envejecer.
Y por ello, ya maduros, nuestro amor es joven,
como los capullos de rosas que empiezan a nacer.
El sentimiento vive sin tiempos.
Los pasados ya se fueron y hoy, estás entre mis brazos.
Y así, no le temo al futuro, me basta que aquí estés
para poderte entregar todo lo que siento.
Quizás algún día, cuando creamos que somos viejos,
nos miraremos a los ojos bien despiertos
y encontraremos el mañana.
Sin prisas, sin afanes, sin ansias
y nos daremos cuenta cuánto valió la pena vivir.