un corte de enrgía.
Los aparatos eléctricos
por la falta de alimento
no servían
y que gozasen parecía
quedarse quietos.
Se temía usar los teléfonos
por no haber con qué recargarlos
y en caso que se vaciasen
no poder comunicarnos
y era inútil llevarlos
pues tampoco se podía
ir a ningún lado.
No hubo redes sociales
ni tampoco chismes solitarios.
Las noticias se acabaron
pues no había a quién contarle
y llegada la noche
se encendieron velas como antes
y las linternas bailaban
al compás de quien las llevara.
Y se hizo la paz,
sin computadores ni celulares.
La gente salió a la calle
para encontrarse con novedades
y se hablaron los unos con los otros
sin mediar llamadas o timbres sofocantes.
Y todos juntos acertaron
en tener más seguido
ejercicios como este
al dejar la mente tranquila,
alejada un poco de la tecnología
y revivir por un instante
como se hacía antes.
Daniel Valdman.
