con cada árbol que he plantado,
con cada sonrisa que he brindado
con cada sonrisa que he recibido
al mundo he cambiado.
Con cada obra que he realizado,
con cada verso que he escrito,
con cada caricia que he dado
forjando la alegría de un perro,
cambié el mundo por completo.
Cada vez que hablé con un niño,
con cada risa que he liberado
o con cada lágrima
que se me haya escapado
por alegría o por sentimiento.
Con la valentía de llorar
cuando un motivo me haya dolido
o en la ayuda a un desconocido
ganándolo luego como amigo,
al mundo he cambiado.
Con cada beso que hemos compartido,
con cada te quiero que nos hemos dicho
o con cada te amo que hemos sentido,
al mundo hemos cambiado.
Y a la generación que me sigue,
con lo poco o mucho que les haya enseñado,
se que al mundo he cambiado
porque recuerdan de vez en cuando
que deben de seguir cambiando al mundo
mejor de lo que yo lo he cambiado
y esa, justamente esa
será lo que deje como herencia.
Daniel Valdman.