cambia sombras por soles
y la virtud del contagio
hace que tristezas
se borren de los rostros.
Caminando por la calle
viendo gestos adustos,
con la sonrisa en los labios
y radiante luz en los ojos
cambia la cara del caminante
aunque esté ensimismado
en sus pensamientos.
Y me siento feliz
de producir ese contagio.
Hasta los perros callejeros
se me acercan para ser contagiados
sin saber que me regalan
la felicidad que llevan dentro.
Si, la sonrrisa cambia al mundo
pero es muy triste sentir
que sean muy pocos
quienes lo sepan.
Daniel Valdman.
