El silencio citadino
hace más gélido el paisaje
en la temporada solitaria
porque casi todos se han ido
buscando un poco de calor en los campos
o en las playas que ya estarán plagadas
de sombrillas, turistas y carpas.
Se pierde la poesía entre multitudes
y el descanso que se busca
desespera tratando de hallar
su metro cuadrado de arena.
Ni hablar de las carreteras
apurando a la marcha lenta
que están obligados
porque los vehículos más pesados
deben llevar su mercancía
sin importar el día que sea
aunque fuese fin de año.
Domingo, nublado y frío
en este silencio citadino
es un placer la paz en mi barrio.
Daniel Valdman
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