A veces

A veces siento que te toco
y se enredan las manos
para acariciar los rostros.

Y se estiran para dibujar en las espaldas

movimientos de abrazos interminables.

Los labios conocen su futuro

y se mantienen expectantes

hasta que la pasión estalle

y sean imposible dominarlos.

Ya los cuerpos desesperados

sin seguir ninguna orden

desean posesionarse 

para llegar a ser uno

compartiendo las almas.

Hay amor sin palabras,

solo susurros y suspiros.

Los besos recorren caricias

sin liberar ningún poro

y cuando el éxtasis 

anuncia su presencia

el timbre del despertador suena

y llega la hora de levantarse.

A veces uno quiere quedarse

en la vida de los sueños.

Daniel Valdman.

Carta

Al leerte te pienso.
Veo el dibujo de tus letras
y siento la caricia
que con esas mismas manos
dibujaste en mi rostro.

No hace falta decir nada,

simplemente con enviarme la carta

que trato de no abrirla

para aspirar tu sentimiento.

Detenido estoy ante el sobre

sumergiéndome en el remitente,

recorriendo cada curva de la letra,

cada guión, cada espacio

como si fueran suspiros

que dejaste mojar con la tinta.

No hace falta que la abra,

tampoco es que quiera abrirla.

Me quedo soñando contigo

y disfrutar de la maravilla

que tendrás para decirme

en cada una de tus letras.

Y aunque te parezca mentira,

con el sobre cerrado, sin abrirlo,

siento el beso que dejaste marcado

en el punto final de tu escrito.

Daniel Valdman.

Domingo

Flota la bruma en el aire

nublando los cielos 

y obnubilando las ideas. 

Las musas precavidas y guerreras

saben esconderse en este duro clima. 

Entonces la ventana viene a mi socorro

mostrándome que no hay ave

volando en esta niebla

ni pichones trinando

exigiendo su comida.

Domingo de descanso

frío y nublado

esperando al sol para festejarlo

y salir del encierro

al que nos amarran las cobijas.

No hay afán ni tampoco prisa

pero se hace más largo el tiempo

con la ansiedad de campo,

de parque, de juegos

o de montar el desayuno

en medio del prado.

Pero hoy, domingo de descanso,

con bruma y nublado

como si el Sol quisiera

quedarse un rato más en el lecho.

Daniel Valdman.

Impotencia

Siento tus manos
acariciando mis sienes
para liberarme de las angustias
que tensan mi rostro.

Me imagino la imagen

que no veo

que a pesar de tu esfuerzo

no logro cambiarlo.

El dolor del mundo

me tiene apesadumbrado

y por más que intento

no alcanzo a remediarlo

porque los oídos sordos,

los ojos ciegos

y la ambición del mal

los tienen hipnotizados.

Recibo tus caricias

que agradezco con el alma

demostrando que el amor existe,

que la sonrisa

vale más que la lágrima

y que la mano estrechada

puede salvar una vida.

Pero a los oídos sordos

y a los ojos ciegos

no les importa el amor,

solamente el odio.

Daniel Valdman.

Destino

Me gusta sentir

la brisa en la cara.

La lluvia está lejana

y se ven titilar los rayos

La distancia es muy larga

y muy intenso el camino.

La frescura del rocío

hace más seguro mi paso

y a medida que voy andando

los sueños de encontrarte me embriagan.

Sigo presuroso la marcha.

El paisaje más conocido se me hace

dándome la sensación

que se acorta la distancia.

No veo la hora de abrir la tranquera

y encarar a la cabaña

para decirte algo importante

que me llena el pecho,

que me seca la garganta

y que no me ha dejado siquiera

un ramo de flores llevarte.

Ya estoy llegando,

solo faltan unos cuantos pasos

para decirte que te quiero, que te amo

y cayendo rendido a tus brazos

me daré cuenta

lo mucho que valió

todo lo que he andado.

Daniel Valdman.

Extraño

Quizás te alcance mi caricia
si la lanzo al aire
entregándosela a los vientos.

Quizás sientas el beso

que agrieta mis labios

tratándose de zafarse.

Quizás sientas mi abrazo

cuando en sueños te atrapo

sin querer nunca soltarte.

Los quizás son demasiado muchos

en una angustia tan grande

que en mi alma ya no cabe

más ilusión ni más locura.

Y los latidos se acentúan

solamente con pensarte

abrazando fuerte al aire

sabiendo que mis brazos 

están vacíos.

Te extraño

y este dolor, solamente tu lo curas.

Daniel Valdman.

Anhelos

Y volverán a enverdecerse
los árboles tras el otoño,
el Sol brillará
tras las furiosas tormentas.
La alegría de las gentes
aparecerá en los rostros
y las sonrisas serán alimento
de todos los días.

Se tenderán las manos amigas

y otros nuevos amigos

entrarán en nuestras vidas.

Habrá reuniones en las esquinas

para poder compartir 

las buenas noticias.

Se pondrán mesas en las calles

y las copas se llenarán 

con vino rozagante

que se acabará muy pronto

entre las comidillas.

Y volveremos a ser nosotros,

los que fuimos, amables y sinceros,

estrechando la mano al vecino,

compartiendo el mismo vino

y abriendo todos las almas.

Daniel Valdman.

Tormenta

Se encendieron las estrellas

tras una tormenta muy brava.

Truenos, rayos y centellas

con granizo que parecía piedras.

Y pensaba en los animales

sin tener dónde refugiarse

cómo soportan estos males

que a nosotros tanto asustan.

Sin sol llegó la noche

con sus astros estelares

iluminando solo el cielo

porque la tierra quedó en penumbras.

Magia de la oscuridad y el silencio.

Los sapos y los grillos

iniciaron su concierto

y las luciérnagas danzaban

a su propio ritmo

compitiendo con las estrellas

metidas entre pastizales.

Momento de paz,

de tranquilidad en las almas

donde la conciencia se libera

sin tener ninguna tarea

más que disfrutar el momento

ya superado el tormento

que nos trajo la tormenta.

Daniel Valdman.

Carreras

Cae el rocío de madrugada
vistiendo a las hojas de brillo.
Las flores para aprovecharlo
abren los pétalos más grandes
para alimentar a los pequeños pimpollos.
La vida florece

mientras todos descansan.

Como si la calma

fuera realmente 

la que mueve al mundo.

Y en parte, es muy cierto

pues las carreras cansan y envejecen

con el resultado que al final

todos llegamos al mismo lado.

Nadie se llevará más

de lo que tenga puesto

y ese será su premio

porque al nacer,

no traía nada.

Locos los humanos

al crearse motivos

para siempre estar apurados

sin tener la paz y calma

que si tiene la Naturaleza.

Y quién más sabia que ella

teniendo el tiempo controlado

con sus otoños y primaveras,

con la paz del verano

y los abrazos de invierno.

Daniel Valdman.

Cambio

Y tendrá la vida
un color diferente.
Será un gusto
estrechar la mano amiga
y sentir la misma confianza
al mirarse a los ojos mutuamente.

Se acabarán las mentiras

y los dirigentes laborarán

al igual que todos nosotros

sin gozar de privilegios

porque su trabajo es ser honestos

en cada elección que realicen.

Cambiará el sabor de las sonrisas

y el gusto de encontrarse

con antiguas y nuevas caras

será un brindis a la vida

al poder hallar nuevas fuerzas.

Y lo sentirá la Naturaleza

regalándonos mejores aguas,

haciendo crecer las plantas

donde antes era desierto

y los frutos maravillosos

serán de nosotros el alimento.

Si, cambiará de color la vida

desde el sueño que algún día

seamos nosotros quienes cambiemos.

Daniel Valdman.

Cosecha

Hoy me cuesta escribir.
Mi espíritu está compungido.
Las miserias del mundo me abaten
y no hay ningún paisaje
que pueda alegrar mi alma.

Veo los campos florecidos

a pronto de cosechar sus frutos

y las manos laboriosas

curtidas por el trabajo y los años

tratando de aprovechar todo

sin dejar que nada se malgaste

para alimentar a las ciudades

que son quienes tienen hambre.

Hay que darle al jornalero,

al que transporta los bultos.

Al que maneja el mercado

que saca el mayor beneficio

y lo que resta para nosotros

que día a día trabajamos

con la lluvia, el sol y el cansancio

teniéndolos como compañeros.

El abono está muy caro,

los insecticidas, ni hablemos

y para poder evitarlos

mano a mano luchamos

contra las plagas de los insectos.

Es muy dura la vida

para alimentar bolsillos ajenos.

Daniel Valdman.

Aves

Cantan las aves

en esta madrugada

y sus trinos me llevan

a otras dimensiones.

De alguna manera

me trepo a sus nidos

y extiendo las alas

como para iniciar 

un nuevo vuelo.

La fantasía me eleva

por encima de los bosques

y paso al ras del agua

en lagos y ríos.

La naturaleza es mía

y desde lo alto la disfruto

por ser dueño del cielo

en la libertad de mi espíritu.

Trinan las aves

y con ellas me imagino

saltar del calido nido

donde tanto me cobijaron

para afrontar las aventuras

que me depare el destino.

Y de tanto andar por los aires,

encontrar una pareja

que me ayude a construir otro nido

para criar la herencia

con mucha fuerza en el espíritu

capas de saltar un día

para comenzar su propio vuelo

y así alargar más

la belleza de la vida.

Daniel Valdman.

Insomnio

Son las dos am
y los ojos como farolas
penetran en la noche.

No hay un motivo

para el insomnio

ni para estar despierto

a estas horas.

Quizás la edad,

quizás la cena

o quizás la misma noche

que me invita a acompañarla.

Oscuridad y silencio.

Las máquinas paradas

decoran como monumentos

la ciudad vacía

y con las voces calladas.

No hay nadie, salvo mi conciencia

que me lleva a las palabras

presentándolas a la vista

deseando que alguna vez

alguien las lea.

En este momento,

son mis compañeras

mientras el alba no despierta

y yo, ya no puedo con mi insomnio.

Daniel Valdman.

Soleado

Amenaza el alba
un día claro y un sol fuerte.
El campo arado

atrae a las garzas

que sin desplegar sus alas

crean un lago blanco.

Las aspas van rompiendo la tierra

donde sembraré las semillas

de toda mi esperanza

que nos darán los frutos

para llevarlos a la casa

y disfrutar de tu sonrisa

al ver llenas las canastas.

Paciencia al tiempo de la cosecha

que falta aún la primavera

para ver muy verde el prado,

pero no puedo esperar tanto

para entregarme a tus brazos

y sentir que tu eres

lo mejor que he sembrado

y saborear el fruto de tus labios

y sentir el amor que para mi tienes.

Si, aún falta para la primavera,

pero cuántos otoños hemos pasado.

Cuántas historias que a diario

compartimos abrazados

y cuantos silencios 

que con solo mirarnos

la juventud renace en nuestra sangre

para seguir así, amándonos.

Daniel Valdman.

Afán

Debo darme prisa,

el tiempo ya se acaba

y quizás no tenga un mañana

para decirte que te amo,

así, con el corazón en la mano

y mi alma ansiando tu alma.

No, no me digas que aún es temprano,

recién comienza la madrugada

y antes de que el sol salga

necesito darte una caricia

o quizás un abrazo

que mi latir se meta en tus venas

y que ambos corazones

marchen al mismo paso.

Y por eso, debo darme prisa.

La ansiedad me está fustigando

y para mi es un alivio

que sepas cuanto te amo.

Porque hoy estoy a tu lado

y el mañana es una intriga

y por eso tengo prisa

en no perder este momento.

Daniel Valdman.

140

Ciento cuarenta caracteres

de los cuales,

ya me gasté veinticinco

tan siquiera con mencionarlo.

Corazón son siete.

Te amo son seis.

Cómo escribir el sentimiento

si solo la palabra son once !!!!

El poema de la vida

también se puede escribir en silencio

sin normas o leyes que le digan

cuántos caracteres tiene una caricia

o cuantos más tiene un beso.

Cuántos caracteres se necesitan

para llegar al alma compungida

porque no le alcanza el espacio

tratando de lograr 

estremecer la piel

con tan solo la palabra

que diga un te quiero 

o un te amo

o un te extraño

o sobre todo 

porque te quiero y te amo, te extraño

aún teniéndote a mi lado

No, no me alcanzan 

tan poquitos caracteres.

Entonces, disculpa la ignorancia que padezco

que al tratar de escribirte un verso

me encuentro con el encierro

de ciento cuarenta caracteres.

Daniel Valdman.

Cielo

Y vinieron las estrellas

a poblar el cielo

regalando la compañía

a la soledad de mi alma.

Con cada luz, una esperanza

dibujándome la sonrisa

y trayéndome la calma

entre tormentas sentimentales

que acosan mi existencia. 

Las nubes que pasan

las hacen titilar un poco

aunque comparten el mismo cielo

en el que están puestos mis ojos

dejando de sentirme solo

con la compañía de los astros.

Noche, llena de vida y de colores

que hacen dibujos sin nombres

por la mano del mayor artista.

Y yo, espectador somnoliento

tratando de encontrar un milagro,

busco en cada espacio

la señal que me despierte.

Y miro a las estrellas

para seguir soñando

que la vida es bella,

que es mucho lo que me espera

antes de abandonarme

para subir al cielo.

Daniel Valdman.

Guerra

Flameaba la bandera blanca
hasta que un proyectil
quebró su mástil
y con él se quebraron
los sueños y esperanzas
de que quizás
se acabasen los disparos.

Quedó sumergido el recinto

entre gritos y llantos.

Se sumaron mucho más los heridos,

se quedaron sin abrazos los niños

y el terror los encontró desesperados.

No son balas las palabras

ni armas con qué defenderse

y tras tantos ruegos y súplicas

pasan a ser vanas

sin destino que las albergue.

Las guerras,

símbolos de poderíos y fortalezas

que desprecian la vida

tras acometidas y acometidas

hasta encontrar que el enemigo

ya no respira.

Y todo para qué

si al fin del último disparo

tendrán que encontrarse las manos

reconstruyendo lo que han destrozado

para volver al comienzo

mientras convivían juntos

y se tildaban de hermanos.

Daniel Valdman.

Libertad

Navego en la oscuridad
de la madrugada
mientras el silencio de la noche
me defiende de la bulla cotidiana
y el trino de las aves
aún no comienza su concierto.

No es temprano para soñar

aunque esté despierto

gozando de la libertad

al no tener afanes

y poder disfrutar el tiempo

de la quietud en la madrugada.

Y escribo, escribo y sueño 

quizás una historia de mi mismo

que pude haber vivido

o producto de la fantasía

porque soñar, se puede soñar despierto

gozando del silencio

abriendo las alas de la mente.

Y me siento sublime atravesando cerros,

buscando el paisaje

al otro lado de la montaña

sabiendo que el mar me aguarda

para salpicarme con la sal de sus aguas

o descubrir el universo

que tiene escondido en sus profundidades.

Es muy temprano,

todavía no amanece

y en esta noche que me he robado

gocé conmigo mismo

la oportunidad de ser libre.

Daniel Valdman.

Andando

Y se fue acabando el tiempo

en carreras tras los sueños

que no pudieron realizarse.

Entre rostros que aparecieron

algún día, quizás por un instante

y que grabados en la memoria

los traen al presente los recuerdos.

Hay veces que no me acuerdo

de dónde los conozco

pues estuvieron muy poco

acompañándome en el camino

de esto que se llama tiempo

y que sin quererlo, lo fui gastando.

Cuántas aventuras hoy están muy lejanas.

Cuántos cerros y montañas

atravesé con la mochila y la carpa

y las botas ya gastadas

de tantos senderos atravesados

todavía las estoy guardando

para recordar lo que he vivido.

Nunca tuve de meta un destino

y cuando llegue el momento

que ya se me acabe el tiempo,

quisiera dejarlo andando

como para iniciar un nuevo camino.

Daniel Valdman.

Maldad

Es difícil escribir
con el corazón herido,
es que la maldad
no tiene sentido
y su imaginación

es infinita.

Cuánto cuesta hacer el bien,

cuánto vale una sonrisa.

Una palabra de amor

o simplemente una caricia.

Las balas no tienen fronteras

sin importar de que país vengan.

Es el mismo criminal

que mata por robar

o el que tras un uniforme

su maldad esconde

seguro del arma que lleva puesta.

No me alcanzan las flores del prado

para sobrellevar mi luto

por los caídos en batallas

en todo el círculo del mundo

sin encontrar las razones

sobre causas ya perdidas.

Porque con solo acabar una vida

se pierde el sentido de la conciencia.

Y aunque no lleve un arma

para defenderme,

por igual me espera la muerte

ya en el final de mis días.

Daniel Valdman.

Disculpas

Lamento no poder escribir.

Mi hija está en la guerra

y mi mente y sentimiento

están con ella.

Daniel Valdman

Enseñanza

Puntitos blancos

pintan las gaviotas en la arena

corriendo antes que las olas

que tratan de cogerlas

picoteando donde el agua

sus frutos deja.

Su ida y venida

hace una danza envidiable.

Todas al mismo paso,

ninguna tienta llegar primero,

para todas hay alimento

y ninguna podrá llevarse

más de lo que le cabe.

Qué sencilla enseñanza

las gaviotas nos regalan

pues nuestra hambre es insaciable

de ambición, de poder, de riqueza

sin importarnos siquiera

a cuantos para llegar vamos pisando.

A cuantos les vamos quitando

el alimento de sus bocas

para satisfacer nuestro orgullo

de tener cada vez más cosas

que más que liberarnos

mucho más nos acosan

tratando de cuidarlas,

de protegerlas, de mostrarlas

y nos esclavizan mucho más

de lo que pensamos.

Pobrecito el ser humano

que no aprende de las gaviotas.

Daniel Valdman.

Destino

Y fue la Luna iluminando
el camino empedrado

con el rocío brillando

a una hora muy temprana

poniéndole ahínco a la marcha

acercándose más al destino.

No había afán,

hacía mucho frío

y palmeándose el cuerpo

continuó andando convencido

que había fuerzas para más,

que los sueños no se habían ido,

que los iría encontrando en su andar

sin nombre en particular

y con la esperanza de vivirlos.

Con el clarear del alba

la aurora boreal danza

regalando colores y formas

superando la fantasía.

Otro regalo de la vida

que si no estuviera andando

jamás lo recibiría

siendo un motivo más

para no detenerse.

Cuántas aventuras 

se encontrarán a cada paso,

cuántos sueños realizados

sin siquiera haberlos soñado

para seguir andando

en el camino de la vida.

Daniel Valdman.

Partida

El adiós fue una tortura.
Las pieles se erizaron
con la última caricia
y los corazones constipados
no pudieron retener la lágrima.

No es por muchos días

y el motivo de la partida

pone más a prueba el sentimiento

que profundo y sublime

en el alma y en el cerebro

hace más dura y cruel

esta despedida.

La maleta está casi vacía.

Lo más importante

lo he dejado contigo

que son los sueños

que juntos soñamos, 

las caricia de tus manos

y la ternura con que me cobijas.

Es muy corta la partida,

no deberíamos sufrir tanto

pero el amor que nos une

es tan egoísta

que no nos permite alejarnos.

Pero no te preocupes,

te llevo conmigo

y tras muy pocos días,

volveré a tus brazos.

Daniel Valdman.

Lluvias

Y cayó el aguacero

sin tener refugio,

solamente tu paraguas

con el que luchabas

para que el viento

no te lo arrancara.

El invitarte a compartirlo

fue un acto heroico

en semejante vendaval

aún sin conocernos.

Cuatro manos se aferraron

a tan modesta defensa

hasta encontrar un café

donde superar la tormenta.

Y más mojados que secos

nos reímos de lo acontecido

sacudiéndonos el agua

y sin saber nuestros nombres

decidimos conocernos.

Las bebidas llegaron a tiempo

cortando nuestras intenciones

mientras la lluvia seguía su paso

dándonos más espacio

para seguir en compañía.

Y los días fueron pasando,

ya sin lluvias y con muchos soles.

Las hojas del calendario

fueron cayendo marchitas de otoños

mientras tu nombre y el mío cambiaron

porque hoy tu te llamas abuela

y yo tras la historia, me llamo abuelo.

Daniel Valdman.

Principio

Y fuimos dos
que compartiendo un café
nos contamos nuestras vidas

dejando pasar el tiempo,

disfrutando la compañía.

Y fuimos dos

que salimos a caminar

haciendo crujir las hojas secas

fabricando tapete en los parques

en un dorado otoño.

Y fuimos dos

que necesitábamos vernos

aunque sea una vez al día

para disfrutar los rostros,

escuchar las palabras,

comer cada gesto

o solo, tenernos las manos.

Y fuimos dos 

que una vez decidimos

compartir cada día,

bajo el mismo techo,

en el mismo lecho

con las mismas cobijas.

Y dejamos de ser dos

para convertir 

el futuro en herencia

y ver crecer los críos

y los críos de los críos

para ser muchos en la mesa.

Y ahora, que cada uno tiene su nido,

volvemos a ser solo dos,

tan solo dos,

como al principio.

Daniel Valdman.

Crecen

Pasa el tiempo, inexorable,
y los que antes fueron niños
hoy ya son padres
de cabellos canos
y tupidas barbas

mientras uno entre recuerdos

aún los tiene en su infancia

ingeniando travesuras

o berrinches sin lágrimas.

Y así, en esa distancia

que marca el calendario

uno se da cuenta 

de cuanto ha pasado

como la arena entre las manos

sin poder haberlo atrapado

en algún espacio de la historia.

Ya son grandes

y están donde no hace mucho

uno ha estado

con los mismos errores,

con los mismos fracasos,

con los mismos sueños, 

con los mismos aciertos,

con los mismos halagos

y con experiencia similares

buscando las respuestas

que todavía uno

no ha encontrado.

Si, el tiempo pasa

y las generaciones que vienen

nos van corriendo a un lado

porque también necesitan vivir

lo que para uno,

ya es recuerdo.

Daniel Valdman.

Mágico

Se tiñó el cielo de negro
salpicado por millones de lentejuelas

que cada una a su manera 

titila para darse mayor envergadura.

Tanta cantidad insondable

que inútil es contarlas

haciendo un espectáculo brillante

mucho más grande que cualquier fantasía.

Y busco tu mano para que me acompañes

a ser astronautas sin dejar la Tierra

y zambullirnos en esas inmensidades

a orillas del mar, sentados en la arena

dejando que los ojos 

con la mente divaguen

y las olas nos canten 

un himno a la vida.

Playa, mar, cielo y tierra.

Tu mano en la mía 

y las almas sumidas

en la pasión del momento

deseando que sea eterno

y que no venga el Sol a quebrarlo.

Tanto amor no hay en ninguna parte

sin besos ni caricias 

ni ansiedades que los provoquen.

Solo tu y yo en esta cita

donde la inmensidad

nos regala su romance.

Daniel Valdman.