abriendo con esplendor una rosa,
magnífica, supremamente hermosa
que cada pétalo parecía
la suavidad de una caricia
puesta al paisaje de los ojos.
No duró mucho tiempo,
solo unos cuantos días
pues cuanto más se abría
iba dejando la vida
porque más se marchitaba.
Quizás nos pasa lo mismo
que en juventudes estallamos
cargados de ilusiones y bellezas
mientras el tiempo se nos pasa
sin darnos cuenta
y los recuerdos nos atacan
mostrándonos quienes fuimos,
cómo cambiamos las ideas,
hasta dónde hemos llegado
quemando primaveras
mientras los sueños y ansiedades
quedaban en el camino.
Somos parte del destino
que deseando o no hemos labrado.
Y ahora, mientras la piel se marchita
porque el otoño ha llegado
las ilusiones quedan a un lado
con tal de vivir otro día.
Disfrutar un nuevo sol,
volar en las alas de las aves,
descubrir otro capullo
que alegrará nuestra mirada
y nos contagie las ansias
de seguir andando en esta vida
aunque el tiempo pasa
y la piel se marchita.
Daniel Valdman
