Se van dorando las hojas
anunciando su pronta caída
mientras la cabellera es más cana
y la agilidad más perdida.
Se hace más lenta la vida,
se fueron consumiendo los afanes
y la paciencia crecida
le da su espacio a todas las cosas.
Ya hay menos tiempo
para realizar los sueños,
esos que se tuvieron
en juventudes no lejanas
mientras el futuro incierto
pasó a ser historia.
Ya es otoño,
las hojas doradas lo demandan.
Necesitan caerce de a poco
para que otras verdes renazcan
aunque el invierno se aproxime
con sus vientos y nevadas
haciendo que las caminatas
sean cada vez más pesadas.
Si, aún es otoño
y mis sueños todavía viven
como aferrandose al árbol
para que sus hojas no caigan.
Daniel Valdman.