el teclado espera
que en él ponga mis manos
para escribir lo que quiera
pero más que desear es sentir
lo que el alma pide se lea.
Y al ver marchitar las rosas
veo que en mi vida
se van cayendo los pétalos
cada vez más rápidos
de lo que realmente quisiera.
El peso de los años
se acentará en mi postura
y serán más cortos los pasos
en el camino que aún me queda.
Y por eso le escribo al amor
porque en su juventud
nunca pierde la ternura
ni el tiempo le pasa
y sus lágrimas y sonrisas
siempre salen desde el alma.
Y por ello amo vivir
porque amar nunca se olvida.
Un beso, una caricia
o una mirada furtiva
que lo dijo todo
en el resplandor de los ojos
y con ello alegró el día.
Si, me siento como una rosa
que en sus últimas instancias
es cuando mejor brilla.
Daniel Valdman.
