sin detener su marcha,
sin nunca volver al pasado
por más que los recuerdos
quisieran atraparlo,
lo que fue, ha sido
sin poder remediarlo.
Se van los minutos y las horas
como arena en las manos
y por más que tratemos
de clavar las hojas del calendario
el Sol se esconde y aparece
diciéndonos que ya es otro día.
Y así se nos pasa la vida
corriendo tras innumerables metas
porque no tenemos tiempo
y la fecha se nos acerca
de que no tengamos las fuerzas
para alcanzar nuestros sueños.
Y quizás, justamente por ello,
núnca debemos dejar de ser niños
manteniendo los sueños vivos
aunque no sean realizables
porque soñar no cuesta nada
y es jardín para el espíritu.
Y los sueños, no necesitan tiempo
porque el tiempo, viene solo.
Daniel Valdman.