El viento da de estribor.
La voz del capitán
lucha contra los truenos.
"Icen las velas.
Amarren esos barriles.
Timón a proa".
Y se desangran los marineros
tratando de hacer un orden
dentro de tanto desastre.
Luchan contra las olas
y sigue el viento silbando
en una música endiablada.
Al fin, llega la calma.
Ya se ven las luces
en un cielo antes,
cubierto de penumbras
y relámpagos.
La tripulación exhausta,
fatigada y sudorosa
busca un descanso
echándose en modorra
sobre el bote inflable
que mi hija y yo
montamos en la sala.