Las fiestas están cerca.
La pólvora estalla
y no hay quien la detenga.
Se llenan las salas de urgencias
por accidentes de fuego
y los médicos no saben
cómo detener las conciencias.
Hay gritos y llantos
por los dolores provocados,
todos lavándose las manos
para no mostrarse como culpables.
Y el futuro del quemado
sin razón queda truncado
pues siempre estará marcado
en especial, al llegar las fiestas
al no saber qué se celebra
con sus cicatrices abiertas
sin que sirvan de escarnio.
Y tras otra copa
estallará otra bomba
buscando nueva víctima
de la idiotez humana.
Daniel Valdman.