deja entrar a los espíritus de la noche,
los que fabrican los sueños
que se descargan en la almohada.
Rostros que no se identifican,
situaciones que no se detallan
o sucesos que nunca se hayan vivido.
Y en el amanecer,
cuando el cuerpo se despabila,
se sabe que algo se ha soñado
pero que se ha perdido
en la espiral de la memoria.
Cuesta volver a lo cotidiano
sabiendo que entre sábanas
otra vida ha quedado.
Cómo se podrá saber
lo que nos deja intrigados
que con los ojos cerrados
flotando entre fantasías
la conciencia intranquila
nos llevó a otros mundos?
Y despierta el cuerpo cansado
como si todo ese tiempo
se hubiera trabajado
haciendo del despertar algo pesado
aunque con intenciones de saber
el final de esas historias.
Daniel Valdman.