lunes, 28 de noviembre de 2022

Vida

No cesan las lluvias.
Las flores no alcanzan
a sostener su belleza
y lo mismo que les da vida
con su intensidad las mata.
Los azahares de los frutales
no pueden sostenerse
y las frutas que guardan sus flores
no llegarán a cosecharse.
No alcanza la naturaleza
a poder acostumbrarse
y entonces habrá hambre
sin que pueda hacerse nada.
Los campos sumergidos,
las carreteras dañadas
por vendavales de agua
que no pueden controlarse.
Y es el pago por lo malo que hicimos
sin cuidar los ríos, 
por contaminar el aire.
Por sembrar pastoreos
quemando selvas y valles
donde volaban las aves
y la vida florecía.
Ya no quedan montes
y somos nosotros los asesinos.
Daniel Valdman.