las uvas en la parra,
todas apretujadas
en racimos brillantes
pidiendo que se cosechen
para elaborar el mejor vino.
Se usará en brindis infinitos,
compartiendo la tertulia
o quizás en solitaria aventura
tratando de encontrarse a uno mismo.
Acompañará recuerdos,
los mejores momentos
que su sabor traiga al pensamiento
reviviendo con ellos
épocas remotas
sintiéndolo en la boca
evocando el alma.
Se bendecirá este vino
con miles de historias
desde la mano que cosecha
con la primera sepa
hasta llegar a la botella
y el paladar haga el resto.
Será preámbulo de amor
compartiendo los tragos
uniendo los cuatro labios
en pasiones intensas
mientras la caricia fresca
baje por la garganta
dejando que los sueños
se conviertan en realidades.
Y las prendas desparramadas
sin orden absoluto
serán testigos que en el lecho
se encuentren los cuerpos desnudos
y viéndose a las caras
tras la pasión consolada,
le echarán la culpa al vino
que aún se encuentra
colgado en la parra.
Daniel Valdman.
