jueves, 19 de octubre de 2017

Escucha

Te vi llegar
elegante, decidida.
Pero bien yo sabía
que venías a entregarte.
A contar tus penas y fragilidades.
A quitarte de encima
el peso cotidiano
y a recibir en una caricia
el bálsamo de la vida
que mengua y alivia
los males que te acechan.
Venías firme y decidida,
con paso seguro y radiante
y al abrir los brazos para recibirte
cayó tu alma desnuda y dolida
para que la cure.
Puede mas la comprensión
que la caricia o el beso
y por ello es que en silencio
bebo cada una de tus lágrimas.
Daniel Valdman