cargadas de caricias
que desesperadas
quieren a ti entregarse.
Los ojos,
llenos de tus miradas
que ni siquiera en los sueños
desean desaparecer.
La piel angustiada
ansiando tu calor
y el alma abatida
clamando tu abrazo.
Así me recibirás
en la bienvenida
que todo mi ser te prepara
con flores en el suelo
desparramadas
cubiertas de ilusión, de amor
y mucho cariño.
El clamor del espíritu
no calla
enloquecido por la alegría
de tu llegada.
Y yo, servil enamorado,
sometido al sentimiento
de la mujer que amo,
entrego mi voluntad
para seguirte amando.