anunciándome que ha llegado
y que espera la ración en su plato
del alimento que le tengo preparado.
Un tinte de alegría me trae su visita
que se repite a diario
porque ninguno de los dos está solo
siendo que ambos nos necesitamos.
Ella para que le de su comida
y yo, para sentir por un rato
la sensación de su compañía
que a veces con una caricia
compartimos el mismo sentimiento.
Después emprenderá su vuelo
quizás a la búsqueda de otra ventana
que estará esperando con ansias
su visita de la mañana.
Y llevará el mismo mensaje
vaya a saberse a cuantas casas
entregando su amor y esperanza
a tanta gente solitaria
que esperan cada día
esa fugaz visita
para alegrar un poco las almas.
Daniel Valdman.
