nadie le creía.
Entonces inventó la mentira
para ver a la gente feliz.
Y con sus fantasías
que ninguna era relidad,
vió que el público se satisfacía
alabando su sabiduría
al traer con ella la paz.
Mentía por acá y por allá
mientras la gente feliz y contenta
creía en lo que no era verdad
y la realidad solo él conocía.
A sus palabras
todo el mundo hizo caso.
Nadie guardó nada,
todo el tiempo era una jarana
y lo que se tenía se gastaba
en rutinas cotidianas
porque creían que esa
era la felicidad.
Entonces cayó la tormenta.
Los ríos se colapsaron.
Las cobijas no alcanzaron
para resguardarse del frío
mientras que todos los suelos mojados
no daban lugar a pararse
y se congelaron los campos
con sus frutos y cosechas
mientras la verdad se hizo presa
sobre todas las mentiras.
Y así quedó
el pueblo en ruinas
por no haber escuchado
lo que él quiso prevenir
y no pudo lograrlo.
Daniel Valdman.