y el coro de las aves
despiertan al Sol
para que inicie su trabajo.
Las heladas de la noche
han dejado mucho frío
y las plumas no alcanzaron
para abrigar a los polluelos.
Amanece
y las máquinas que aún duermen
regalan el silencio
que se romperá con los afanes.
dejando quietos los sueños,
el calor de las almohadas
y la sensación de libertades
que se quedarán en la cama
justo en el instante
cuando más se disfrutaban.
Amanece
y hay que calentar la leche
después de mojarse la cara
cuidando que no desborde
y que no se quemen las tostadas
porque el día comienza
con un sin fin de obligaciones.
Amanece
y doy gracias a la vida
que puedo disfrutar otro día
con sus bullas y emociones,
con el canto de las aves
y con este momento de silencio.
Daniel Valdman.
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