agrediéndose a si mismo
arrojándose balas, quemando bosques,
envenenando el aire
sin importar quien lo aspire.
Tiembla el mundo
y se enfurece la naturaleza
entonces los volcanes
encienden sus gritos de guerra
y lo que ellos destruyen
es mucho más que los cañones.
Tiembla el mundo
y mi alma se debilita
pues ya no encuentro alegría
en los rostros de las gentes
y denunciar es un delito
castigado por asesinos
porque desde ya está prohibido
decir que uno está triste.
Cuál es el camino,
cuál el rumbo fijo
que nos lleve a vivir
como se vivía antes
caminando por las calles
sin temor de algún ataque,
saludándose con un buenas tardes
y con una sonrisa en los labios.
Tiembla el mundo
y mi razón desaparece
igual que a los dirigentes
que no les importa
que el mundo tiemble.
Daniel Valdman.
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