El silencio la domina.
No es el descanso tras la rutina
sino como si algo pasara.
Las calles vacías
sin carreras ni bocinas
ni bramido de motores
de máquinas hoy quietas.
Quizás el progreso
decidió estar alerta
pues su velocidad tan grande
la vida no lo acepta
y se tomó su espacio
para recobrar las fuerzas
porque va más rápido que el tiempo
y la humanidad no puede alcanzarlo.
La ciudad está quieta,
el silencio la domina.
Las ansias se calmaron
con las carreras de todos los días
y el reposo hizo presencia
dejando sobrevivir al sueño
y quizás esa sea
la paz que necesitamos.
Daniel Valdman.
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