entre las manos
como el agua o la arena
imposibles de retener.
Y al pasar los años
cargando arrugas y canas,
las caricias que nos hemos dado
nunca han de desaparecer.
Y seguirán en nuestra piel
en cada mirada, en cada beso
o en cada silencio
mientras nuestros ojos hablen
y las almas se junten
casi sin tocarse
y de los pechos broten
suspiros interminables
aspirando sentimientos
sin quererlos entender.
No hace falta explicar
lo inenarrable.
Solo basta la caricia
que las manos necesitan
entregar el amor que se escapa
por las rendijas del tiempo
aunque los cabellos ya sean canas
con arrugas en el cuerpo
y sigamos alimentando el romance
desde hace ya tanto tiempo.
Daniel Valdman.
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