Brotaba tanto amor de tus ojos
que mi alma estaba emocionada.
Tanto sentimiento sin palabras
que solo con las miradas
se decía todo.
Nos tomamos las manos
mientras el café se enfriaba
y nosotros absortos
sintiendo en nuestros rostros
ante la mesa que nos separaba
la profundidad de las caricias
que en el aire volaban.
Cuánto hace ya de ello?
Cuántas noches desveladas?
Cuántas caricias dadas
por las que no nos dimos
en aquellos momentos?
Y hoy, aún con hijos y nietos,
nos seguimos tomando las manos,
mirándonos a los ojos
porque sabemos
que no existen rostros
más felices que los nuestros.
Daniel Valdman.
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