miércoles, 4 de septiembre de 2024

Museo

Se posa en cada rama
el ave de mi infancia
sobre el árbol de los recuerdos
que va creciendo en mi mente.
Pantalones cortos y alpargatas
gastando más rodillas que tela
y cada herida aparecida
era una medalla
en las batallas de los juegos.
Imitando a los vaqueros y los indios,
eramos más indios que vaqueros
y la pintura con que pintábamos las caras
tardaba más de una semana
y así repetíamos las andanzas
mientras nuestros padres nos fregaban
tratando de retirarlas
sin lograr su objetivo
por más jabón que se usara.
El carnaval de la infancia
era todos los días
sin tener una fecha fija
en las hojas del calendario.
Trepar a los árboles,
correr en bicicleta,
no faltaba el trompo o las canicas
ni las figuritas para tumbar el espejo.
Si, qué lejos estamos de aquellos tiempos
cuando solo se iba al cine
el día de las damas
porque pasaban dos con una entrada
sin importar la película que dieran.
Y todo ello está guardado
en el museo de los recuerdos
que recorro de vez en cuando
como para contarle a mis nietos
lo felices que fuimos
cuando nuestro patio eran las calles.
Daniel Valdman.

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