testigo de su ausencia.
Ya no compartíria la almohada
y los cajones abiertos demostraban
que todo lo que allí faltaba
estaría de viaje ya en las maletas.
No hubo un adios,
ni siquiera una mirada.
Despacio cerró la puerta
para que nadie la encontrara
y el beso quedó en el aire
más que en los labios,
solo en la conciencia.
Caminó hacia el mundo
que está tras el cerrojo
y con un poco de tristeza
decidió comenzar de nuevo.
El destino es incierto,
no sabe qué le aguarda,
pero este viaje de ida
quiso que no tuviera retorno.
Deseó probarse a si misma
con renovados sueños y fantasías
sabiendo que la vida es bella
y que es largo el camino en ella
con todo su tiempo para andarla.
Aspiró profundo,
sujetó las maletas
y tras el primer paso
se lanzó a la aventura.
Ser una gran mujer
es lo único que desea
y mirando fijo al sol
a si misma se dijo
que ese es su destino
sin historias, sin olvidos.
Daniel Valdman.
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