sin decir alguna palabra
porque eres
el más bello paisaje
que pueda recibir mi alma.
No son tus ojos
ni tampoco tu mirada.
Tampoco la expresión de tu cara
ni la suavidad de tus manos.
Es lo que tu ser irradia
que me llena de felicidad y calma
y a la vez
del deseo de apretarte,
de acariciarte.
Y tengo miedo de hacerlo
porque si te aprieto,
ya no puedo mirarte.
Porque así, estando lejos
y teniendo tus ojos en mi mirada,
no te siento lejana
sino, muy dentro mío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario