en estas madrugadas.
Ni los abrigos ni el movimiento
pueden auyentarlos
pues se congelan las manos
y tirita todo el cuerpo.
Solo el calor de la taza
con su líquido casi hirviendo
y el sabor dulce
del azucar que se le haya puesto.
Y en la mente,
un solo pensamiento.
Un corazón que poco a poco
va creciendo
como un manto de cariño
entibiando el alma.
Y son tus caricias mi amada
que del frío me están protegiendo
por mi tarea preocupada
a la intemperie en el crudo invierno.
Y en ese pequeño espacio
que para mi es todo el universo
encuentro el calor que me envías
con tu caricia en mi sueño
dándome la fortaleza
para seguir adelante.
Daniel Valdman.
No hay comentarios:
Publicar un comentario