y se quedaron las palabras
atoradas en la garganta
aunque inundada estaba
el alma de sentimiento.
Enmudecí en ese momento
fijando mi vista en tu rostro
llenándome de gozo
al ver tanta belleza.
Sentí de tu alma la presencia
y solo acaricié tus cabellos
pues derrotada mi voz por el silencio
todo lo que siento
se me escapó por la mirada.
Tu comprendiste lo que mis ojos decían
y te acurrucaste sobre mi pecho
pretendiendo un abrazo eterno
como queriendo juntar las almas.
Y mi corazón latía
de forma desesperada
quizás ahogado por las palabras
que no pude decirte.
Pues es tan grande este amor
entre caricias, miradas y silencios
que realmente no hace falta decir nada
y solamente sentirlo.
Daniel Valdman
