que ilumina y calienta el ambiente.
Frente a las brasas y una copa de vino
nos sentimos personajes
de una romántica fantasía.
Pero es realidad en nuestro pequeño nido
que disfrutamos el momento
sentados en el piso
porque mobiliario no tenemos
pero eso no priva lo que sentimos.
Y te recuestas en mi pecho
y yo contra la pared
para hacer equilibrio
metiéndonos en la magia
que producen las llamas
con el silencio roto
solo por su chisporroteo.
Y están quietas las mentes.
Las caricias no se mueven
como respetando el instante
donde solo se respira
un hermoso sentimiento.
Y así, sentados en el piso
mientras arden las llamas
abrazados en silencio,
con una copa de vino
dejamos que las almas
mucho más se amen.
Daniel Valdman
