La barca del sentimiento
se hundía en inmensos abismos
buscando la profundidad de nuestras almas.
Y los remolinos de la pasión
nos mareaban en incontables sensaciones.
No alcanzaban los cuerpos
para expresar lo que sentían
pues venían de más adentro
de lo que la piel limita
y hacían estallar los corazones.
Perdidos estuvieron tus ojos,
desaforadas mis emociones.
Y hubiéramos querido quedarnos
en ese torbellino de excitaciones
hasta que los espíritus se fundieron
apretándose en un sentido beso
agradeciéndole al amor.