en el cuerpo.
Las intenciones
ya no coinciden
con los movimientos
y tengo menos prisa
para disfrutar la vida.
Ya no quiero
comerme al mundo
sino gozar
de las cosas pequeñas.
La madurez
que me regala el tiempo
me da más momentos
para pensar las respuestas.
Y los sentimientos
muestran su sensibilidad
más intensa
y el corazón se abre
ante cada gesto
como una sorpresa.
Y ante este cuadro
de la edad ganada,
puedo decirte que te amo
y darte las gracias
porque a pesar de mis años,
me sigues amando.