paso las hojas lentamente
reconstruyendo la historia
que me ha llevado a quererte.
Y vuelvo a los instantes
en que con miedo, nos enfrentamos
a un desconocido
y quizás con una sonrisa,
pudimos romper el hielo.
Y hoy, tras tantas caricias,
tras tanta pasión en los besos,
recorro el libro de nuestra vida
agradeciendo al Eterno
haberte conocido.