a los míos
y los ojos se cierran
para saborear mejor
el sentimiento.
No hace falta mirarnos
para sentirnos.
Un solo palpitar
entre ambos pechos
y se sumerge la vida
en innumerables sueños
haciéndose realidades
en la caricia del abrazo.
Y es tu piel,
tu perfume,
tu sabor
que me enloquecen,
pero más que todo,
es tu alma.